Los espacios públicos están pasando por un momento importante. Personas ajenas a la planeación urbana comienzan a notar cómo influyen en nuestra calidad de vida ya sea insertando la naturaleza y la memoria cultural en lo cotidiano, para recordárnos nuestras responsabilidades colectivas o fomentando la democracia. La gente también empieza a notar las sutiles formas en que esas contribuciones se ven erosionadas por amenazas de privatización, apropiación corporativa y apatía.
La compañía Apple ha comenzado un radical esfuerzo de cambio de marca para reconceptualizar sus tiendas como "las plazas de las ciudades" y generó una ola de preocupación fundamentada. La tecnología continúa alejándonos de la necesidad de abandonar nuestros hogares o interactuar cara a cara con otros humanos. Si por cada acción hay una reacción igual y opuesta, lo que sigue es que las oportunidades para tal interacción interpersonal se conviertan en un lujo que comenzamos a buscar, un llamado a recordar nuestro origen como seres sociales.
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