Hoy queremos darle protagonismo a un espacio que a menudo pasa desapercibido. Lugar de paso, que pertenece a nadie y a la vez a todos… Nos referimos a LOS PORTALES.
En concreto a aquellos que, más allá de cumplir su función de servir de acceso al edificio, distribuidor y emplazamiento de buzones y otros elementos comunes, han sido diseñados con el cuidado de una estancia señorial. Aquellos que son capaces de trascender su uso simple para convertirse en verdaderas obras de arte, y se interpretan como antesala de las más prestigiosas viviendas.
Entre nuestras propiedades, encontramos dos excelentes ejemplos: los portales de Casa Rey y Casa Viturro, como se muestra en las imágenes.
Probablemente no sea casualidad que ambos edificios sean proyecto del arquitecto Julio Galán, y que como obra arquitectónica, ambas hayan sido objeto de estudio y reconocimiento.
Ambas comparten estilo a caballo entre Art Nouveau, Art Decó y Sezesión, pero con distintos materiales.
En Casa Rey encontramos un portal subdividido en dos ambientes, separados por una mampara que incorpora una doble puerta, en una combinación de madera, cristal y aplicaciones de metal, conjugando decoración geométrica y floral. Tras ella, nos aguarda el ascensor (en otra época, abierto y con asiento), custodiado por dos aves de más de 1,50m de altura, que algunos identifican con gansos y otros con pavos reales. Todo el portal está forrado por un zócalo de mármol rojo, donde una mirada será capaz de identificar los ammonites fosilizados. El techo tampoco desmerece el nivel de diseño del conjunto: un artesonado de molduras geométricas reivindica su presencia y le confiere ese carácter de estancia. El suelo, curiosamente resuelto de la misma manera en Casa Viturro, combina baldosas de mármol blanco con teselas negras.
En Casa Viturro, el ambiente del portal es igualmente señorial y majestuoso. Su propia dimensión es ya sobrecogedora. Haciendo un paralelismo con Casa Rey, en este caso también encontramos una sucesión de espacios concatenados y a distintos niveles, separados primero por una mampara de madera con puerta de doble hoja y, a continuación, con un paño de yesería con un arco rebajado. Magistral secuencia desde el espacio más abierto y público, que progresivamente se hace más íntimo y privado.
Análogamente al caso anterior, es importante la presencia zócalo, en este caso ejecutado en madera. Destacan en esta ocasión los trabajos de decoración sobre yesería, tanto en aplicación sobre las paredes como en las singulares cornisas, que incluso incorporan canecillos. Las lámparas son el detalle final, que coronan con su brillo este conjunto singular.
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