Han pasado más de 500 años y el aprecio por el trabajo del gran maestro renacentista ha crecido aún más. Cada año, entre cinco y seis millones de visitantes atraviesan la Capilla Sixtina con la mirada fija en lo alto. Admiran los colores, la composición, la riqueza formal... pero pocos conocen el mundo emocional e histórico en el que nació la obra. Aquí es donde entra en escena el veneciano Marco Balich, productor de grandes eventos y experto en los códigos de la emoción. Balich no se deja intimidar por los gastos elevados ni la multitud de espectadores. Con su casa productora, Balich Worldwide Shows, concibió y organizó las ceremonias de apertura y clausura de varias Olimpiadas: la de Río fue vista por más de 3 000 millones de personas. Hace cuatro años, el organizador de eventos monumentales decidió tomar un nuevo reto: contar la historia de la belleza de Italia, esta vez como productor. Eligió los frescos de la Capella Sixtina y así nació, en el Auditorio de la Conciliación de Roma, El Juicio Final: Miguel Ángel y los secretos de la Capilla Sixtina, un nuevo formato de espectáculo inmersivo en directo de una hora de duración que combina el arte y el entretenimiento como nunca antes. Balich narra la historia del nacimiento de una obra maestra del arte universal, los tormentos y las reflexiones del artista, y la Roma del siglo XVI, por medio de tecnologías de última generación, proyecciones inmersivas y actuaciones en directo. El público se encuentra en el centro de la escena, mientras que proyecciones de 270 grados en muy alta definición y las coreografías invaden el espacio. Balich también ha logrado involucrar a artistas excepcionales: el tema musical del espectáculo, un Dies Irae del siglo XIII, ha sido adaptado y cantado en latín por Sting, Pierfrancesco Favino interpreta la voz de Miguel Ángel, los arreglos musicales son de John Metcalfe, Fotis Nikolaou es el coreógrafo y Mirko Perri se encarga del diseño sonoro.
La colaboración con los Museos Vaticanos ha sido de especial importancia. El museo no solo ha puesto a disposición imágenes de los frescos en muy alta resolución, que ofrecen la oportunidad de detenerse en los detalles imperceptibles durante una visita a la Capilla, sino que también han contribuido con valiosos consejos en materia histórica y artística. Solo falta esperar para ver si el formato de los grandes espectáculos permanentes puede también funcionar en Roma y con un tema artístico. Balich se muestra optimista: «Creo que el arte puede y debe convertirse en un espectáculo. Obviamente, manteniendo el respeto».