La villa Ondarraitz, figura entre las villas más bellas de carácter patrimonial de San Sebastián.
En 1926, Alejandro Padilla Bell, quien ocupaba el cargo de embajador de España en Washington puso en marcha al proyecto. Su eminente constructor, Luis Gutiérrez Soto, en el período art deco, la diseñó con el modernismo de la época.
La estética interior cuenta con grandes volúmenes luminosos, altos techos de estilo rustico y además recordando el periodo en que Alejandro ejerció como embajador en Portugal, esta dotada de elementos ornamentales que se refieren al estilo colonial de país, como son los azulejos que encontramos por toda la villa.
La propiedad está rodeada por ciento noventa metros cuadrados de jardines y conformada en cuatro plantas, ochenta metros cuadrados aproximadamente en cada una, tres habitaciones y sala de calderas en entresuelo al cual se accede desde la rampa exterior. Desde la entrada principal encontramos directamente un salón que se extiende en una biblioteca y una cocina separada del comedor el cual da a un porche. Las orientaciones de la propiedad son este, oeste y norte.
Las plantas primera y segunda están organizadas a partir de una escalera toda en madera ubicada en un extremo central frente a la entrada principal. Tres habitaciones y dos baños en la primera para continuar con cuatro habitaciones y también dos baños en la segunda.
"Una propiedad emblemática, única en una ubicación privilegiada a pocos pasos de la playa de Ondarreta, que ofrece grandes posibilidades ya sea como una o varias vivienda mediante una posible segregación".
Ondarreta siempre ha sido una zona de la alta sociedad de San Sebastián, al pie del monte Igeldo y junto a la playa, un lugar con maravillosos jardines que anteriormente fueron en un tiempo campo de maniobras militares y el hipódromo de los Juncales.
En 1896 se construyen las cinco primeras villas sobre lo que fue la antigua fábrica de botellas de vidrio de la familia Brunet. Luego otras 12 fueron construidas gracias a Georgina Barrie, baronesa viuda de Satrustegui quien compro los solares a la Brunet y Cía. con la intención de asegurar que Ondarreta mantenga el standing y encanto para sus descendientes.
Este zona siempre ha ganado prestigio desde principios de siglo debido a la presencia de la baronesa que vivía en la torre Satrustegui y también porque estaban instaladas la mayor parte de las sociedades deportivas, tenemos entonces el real club de tenis, centros deportivos, restaurantes, las esculturas espectaculares de Chillida y el funicular que sube a Igueldo desde donde se domina toda la bahía.
Las diferentes edificaciones de Ondarreta recuerdan los viajes y otros países, es una tendencia en la arquitectura que encontramos en las variadas construcciones de época en la costa vasca, porque era y sigue siendo hasta hoy un balneario muy apreciado.