Como un tesoro escondido, envuelta en la típica vegetación mediterránea, se alza esta preciosa y pequeña villa en una parcela de aproximadamente 6000 metros cuadrados.
Dispuesta en un solo nivel, sus numerosas entradas permiten aprovechar todos los espacios e independizarlos entre sí.
La entrada principal conduce a la zona de estar, amplia y luminosa, gracias a sus otras dos entradas. A través de un pasillo llegamos a la cocina, cómoda y confortable, que también tiene dos entradas.
Un pasillo da acceso a los dos cuartos de baño y a los tres dormitorios, dos de los cuales tienen vistas directas a las islas Egadi... ¡Imagínese despertarse con estas vistas! Completan la propiedad dos grandes verandas cubiertas en las que pasar las frescas tardes de verano en total relax.
Marsala es el municipio más grande de la provincia de Trapani, tanto por el número de habitantes como por la extensión de su territorio. Es conocido por el desembarco de Garibaldi y por la producción del vino del mismo nombre, que los ingleses consideraban mejor que el Oporto y Madeira, hasta el punto de que empezaron a comercializarlo en todo el mundo, decretando su éxito ya en la primera mitad del siglo XIX.
Marsala debe su nombre a los árabes (Marsa-Allah, puerto de Dios), pero el nombre original era Lilybeo, fundada por los romanos en el siglo III d.C. y desde entonces se ha conservado milagrosamente toda una zona que hoy es el parque arqueológico de la ciudad.
Es una ciudad abrazada por el mar. Los turistas tienen mucho donde elegir, tanto los amantes de las playas de arena como los que prefieren las actividades deportivas, con perlas paisajísticas y naturales absolutamente únicas.
A lo largo de la costa sur, encontrará un mar claro y verde y playas de arena fina y clara, que pueden ser libres o con establecimientos de baño. Si tiene niños pequeños o es un deportista incurable, desplácese a la costa norte, donde el mar forma una especie de laguna llamada "Stagnone". Entre los islotes que la componen destaca la Mothia fenicia, un verdadero museo al aire libre enclavado en un jardín botánico natural.
Por último, el Stagnone también es ideal para los aficionados a deportes náuticos como el windsurf, el kitesurf y la vela. Aquí, de hecho, el viento frecuente y las aguas poco profundas permiten incluso a los menos capacitados aprender sin esfuerzo.