Engel & Völkers
  • 01.03.2024
  • por Irina von Gagern

Un atisbo de paraíso

La isla Elang – Bawah Reserve

Fotografía de: Bawah Reserve

Imagine una isla donde pueda disfrutar de verdadera soledad, pícnics bajo las palmeras y cócteles al atardecer alrededor de una hoguera, seguidos de una exquisita cena. Bienvenido a Elang, una isla que forma parte de la Bawah Reserve. Pertenece al archipiélago de las Anambas, en el mar de China Meridional, un conjunto de 250 islas entre Malasia y Borneo lejos de las rutas turísticas más frecuentadas.

Me siento un poco como el huésped de un anfitrión muy generoso, pero actualmente de viaje. Muy amablemente no solo me ha dejado su propia isla privada con una hermosa villa, sino también a todo su personal: desde el mayordomo hasta la profesora de yoga, pasando por el chef estrellado, la masajista, la esteticista y el capitán con varias embarcaciones. ¡Bienvenida a Elang! Mi anfitrión ausente se llama Tim Hartnoll.

Este inglés, residente en Singapur, ha hecho fortuna con buques portacontenedores. Hace dieciséis años, descubrió la isla principal, Bawah, y los cinco islotes vecinos durante un largo viaje en velero. Lo que hace único este grupo de islas es la laguna central, que se presta para el amerizaje de hidroaviones. Esto permite que la zona sea accesible para un turismo de lujo de bajo impacto medioambiental.

Hartnoll pasó seis años construyendo en Bawah según las normas ecológicas más estrictas, para lo que contrató a Sim Boon Yang, un arquitecto y diseñador de Singapur especializado en proyectos de edificación sostenible. Este supo integrar cuidadosamente las 35 villas en el paisaje y construirlas con materiales sostenibles de la región.

En 2020 se añadieron otras seis villas en la pequeña isla de Elang, concebidas originalmente por Tim Hartnoll como residencia vacacional solo para él y su familia. Luego, durante la pandemia, se le ocurrió la idea de hospedar a grupos muy exclusivos.

El aterrizaje es espectacular. Durante el descenso, el piloto del hidroavión (que trabaja descalzo) da una última vuelta sobre este grupo de seis islas. Debajo veo algunos tejados vegetales y playas vírgenes bañadas por aguas turquesas en las que centellean los corales. Entonces, el avión ameriza sobre el azul en calma de la laguna y nos deslizamos sobre los hidropatines hacia el embarcadero.

Tocar el océano: La vista panorámica desde el pabellón de yoga de Elang es absolutamente impresionante.

Después de la bienvenida del gerente, Raymond Saja, y de mi mayordomo, Danu, embarcamos en una lancha y en cuestión de dos minutos llegamos a Elang. La isla, completamente arbolada, tiene el tamaño de unos catorce campos de fútbol.

Situada en lo alto de una roca con vistas al mar, mi villa es luminosa, acogedora y está amueblada con muchos materiales naturales. La selva comienza justo detrás de la casa. Un camino pavimentado conecta las villas con la playa de arena, la casa club con un amplio comedor y una terraza para desayunar, así como con la piscina de agua salada, el spa y un pabellón de yoga.

No tengo que preocuparme de nada, excepto de elegir cuándo, dónde y qué comer y el tipo de tratamiento de spa que me gustaría recibir. Danu, el mayordomo, lo organiza todo.

Dedico la primera tarde a explorar las seis islas de Bawah en un minicrucero para ver la puesta de sol. Mientras se sumerge el sol en el mar de la China Meridional, disfruto de aperitivos y vino bien frío. A continuación me espera una barbacoa a la luz de las velas en la playa. De vuelta en mi villa, los sonidos de la selva me arrullan y caigo en un sueño profundo.

La mañana siguiente comienza con una sesión de yoga en un pabellón abierto por los cuatro costados, encaramado sobre una roca plana en medio del mar. Philippa, la profesora de yoga sudafricana, me guía a través de un ejercicio de yoga flow. Lo único que me distrae son los bancos de peces voladores que emergen una y otra vez a nuestro alrededor.

A mediodía me espera otro momento emocionante: un barco me lleva a Coconut Beach, una playa solitaria en la isla principal de Bawah. A medida que nos acercamos, contemplo el idilio literalmente perfecto: arena nívea, palmeras estilizadas, aguas turquesas y ni un alma a la vista. Solo una mesa puesta con cariño, varias sombrillas y una nevera llena de comida deliciosa. Después de mi pícnic, me doy un baño y me sumerjo en el ambiente de lujo de mi experiencia Robinson Crusoe.

Náufrago-chic: mucho bambú, madera y lino. Se diría que fue Robinson Crusoe quien diseñó las villas...

Los días pasan volando mientras me dedico al esnórquel entre bancos de peces de colores y tortugas marinas, a explorar la laguna de isla en isla en kayak y a maravillarme con los corales azules y rojos que se divisan en el fondo del mar.

Por las noches, el chef canadiense Michael Pataran me mima con sus menús gourmet de varios platos. Para su elaboración apuesta por productos locales, entre los que se incluyen pescado fresco comprado a los pescadores de la zona, verduras cultivadas en el huerto del Bawah Resort y carne y productos lácteos de las islas vecinas.

Hablando de mimos: todos los días recibo un tratamiento de spa, incluido en Elang en el precio de la estancia. Las dos primeras jornadas, los tratamientos tienen lugar en el Kayu Spa de Elang, y después, en la isla principal de Bawah, en una lujosa casa en un árbol, encaramada entre las copas más altas de la selva.

Mi broche de oro personal es el tratamiento Batu Tokong Spa Explorer: un bote me recoge y me lleva a una roca plana que se adentra en el océano cerca de Coconut Beach, donde Dayu, mi terapeuta del spa, me da un masaje de pura felicidad.

De vez en cuando abro los ojos y solo veo las interminables extensiones de agua, reverberantes en todos los tonos de azul imaginables.

¡Privacidad absoluta! Cada villa en Elang tiene su propia terraza, completamente resguardada de las miradas ajenas.

RESERVA:

La isla de Elang se puede reservar exclusivamente para grupos de mínimo diez huéspedes, a partir de 16 500 euros por noche. La isla tiene una capacidad de hasta 19 personas; en tal caso el precio por noche parte de 26 000 euros, comidas y bebidas no alcohólicas inclusive, así como un tratamiento de spa al día por adulto y sesiones de yoga, pilates y meditación.

CÓMO LLEGAR:

Desde Singapur se llega en ferry en una hora a la isla de Batam. Se continúa con un vuelo de aproximadamente 80 minutos a Bawah/Elang. Para el viaje de vuelta, le recomendamos pernoctar en el Hotel Raffles de Singapur. Punto de partida ideal para explorar la ciudad, este famoso palacio de 1887 es el lugar perfecto para una amable vuelta a la civilización.

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