¡Grüezi, Zúrich!

Desde hace años, Zúrich figura entre las urbes más habitables del mundo. En este ranking elaborado en 2023 por el semanario británico The Economist, la ciudad más grande de Suiza ocupa el sexto puesto. Motivos para ello hay muchos, y algunos se revelan a primera vista: el lago de Zúrich centelleante a la luz del sol y, al fondo, la majestuosa cordillera de los Alpes. Llamada Züri por sus casi 450 000 habitantes, algunos se refieren a ella cariñosamente como la «pequeña metrópolis». El mayor centro financiero y bancario de Suiza es también una de las ciudades más caras del mundo. Fue en la época de la Revolución Industrial cuando Zúrich vivió su auge hasta convertirse en la gran metrópolis económica que es hoy.

Esta cosmopolita ciudad universitaria y de negocios está dividida en doce distritos. El más céntrico abarca el casco antiguo, que se extiende a ambos lados del río Limago. Un paseo desde el puente Rudolf Brun, bautizado así en homenaje al primer alcalde de la ciudad, conduce al sur, hacia el lago de Zúrich, pasando por la pasarela Heiristeg y el barrio de Schipfe, que es uno de los más antiguos de la urbe; en la Edad Media atracaban allí barcos para descargar seda, oro y alimentos. Primera parada en un recorrido para descubrir la ciudad: un aperitivo de ambiente casi veneciano en la Barchetta, el bar del histórico hotel Storchen, situado a orillas del Limago.

Después, pasaremos el puente del Ayuntamiento (Rathausbrücke) y la iglesia de Fraumünster para llegar a la plaza Sechseläuten, en la orilla opuesta, donde cada septiembre se celebra el Festival de Cine de Zúrich. Quienes continúen su paseo hacia el imponente Teatro de Ópera, junto al lago, se toparán con una joya arquitectónica: el Pabellón Le Corbusier, el último edificio del célebre arquitecto francés de origen suizo. Fuera del casco antiguo, con su animado barrio de Niederdorf —lleno de estrechas callejuelas y majestuosas casas gremiales—, la elegancia y el extraordinario entorno de la ciudad se aprecian mejor desde las alturas. El funicular rojo, el «Polybähnli», nos sube en cien segundos desde la plaza Central a la Polyterrasse, donde nos aguardan unas de las mejores vistas a Zúrich.

La creatividad reside en el Industriequartier, al oeste de la ciudad. En esta antigua zona industrial se alza la Freitag Tower, una torre de contenedores apilados que albergan la tienda insignia de la conocida marca zuriquesa Freitag, fabricante de bolsos de material reciclado. Bajo las bóvedas del viaducto ferroviario, se suceden boutiques, galerías de arte y tiendas de delicatessen.

Imprescindible para quienes visiten Zúrich: cenar en el histórico restaurante Kronenhalle, uno de los establecimientos más antiguos y famosos de la ciudad. Mientras se come el típico estofado al estilo zuriqués (Zürcher Geschnetzeltes) con patatas rösti, merece la pena echar un vistazo a las paredes, decoradas con obras de Marc Chagall y Auguste Rodin.

La Confiserie Sprüngli, otra institución de la ciudad, es famosa por sus desayunos, sus exquisitos chocolates o el Luxemburgerli —la versión suiza del macaron—, todo un clásico. El Lupo, un local de culto, sirve cocina italiana, mientras que el Gül ofrece especialidades turcas. Un Negroni en el bar Dante es el perfecto broche final para una visita a Zúrich. Otra opción es el restaurante Muna, situado en la azotea del hotel La Réserve Eden au Lac, a orillas del lago de Zúrich, recientemente renovado por el arquitecto y diseñador francés Philippe Starck.